¿Cuánto cuesta el fin de semana de tus sueños?

¿Te ha pasado que cae la quincena y te gastas casi todo en un fin de semana?

Lo peor es cuando llega el lunes y ves que tu saldo es mucho menos de lo que esperabas.

A mí me ha pasado y muchas veces pero cuando comencé a vivir sola me di cuenta de que tenía que solucionarlo porque mi plan era seguir saliendo todos los fines de semana para no quedarme en mi casa aburrida y sin dinero.

“No quiero dejar de salir, ni comer fuera, pero tampoco quiero gastar en cosas que en realidad, no necesito”.

Lo primerito que tienes qué hacer es autoevaluarte de la siguiente forma:

¿Qué lugares suelo frecuentar y cuánto suelo gastar?

Literal y en forma de lista escribí mis lugares favoritos y lo que más me gusta consumir (hazlo sin pena y sé sincero).

Lo puse en práctica...

Anoté el costo promedio de cada comida, bebida o cosa que compré y saqué el gasto total del fin de semana.

Comparé el total con mi satisfacción

Cuando comencé a hacer este ejercicio me di cuenta que varios gastos en realidad eran impulsos que duraban menos de lo que me costaban, o que eran por evitar sentir FOMO.

¿Qué es FOMO? Significa Fear of Missing Out, la psicología lo define como una necesidad de pertenencia y el miedo a quedar excluido de algún evento “importante”. Eventos que a veces no eran tan divertidos como esperaba.

Ejemplo: En vez de ir a ese concierto por convivir ¡pude haber ahorrado para algo que realmente quisera! 

O en vez de pedir Uber ¡pude haber ido en bici!

El total de los gastos me abrió los ojos porque comencé a idear en qué gastarme ese total de forma más inteligente.

Me di cuenta que todo lo que me ahorro en “saliditas” puedo sumarlo a mi ahorro para viajes o algo mucho más grande.

Finalmente, edité mi presupuesto personal el cual está en un Excel y agregué la categoría “Fin de semana” con el presupuesto que obtuve gracias a este análisis.

Esta categoría incluye comidas, cenas, fiestas, transporte y ¡nadamas! 

Lo que sobró lo sume a la categoría de ahorro de emergencias. 

Mis siguientes quincenas y fines de semana comenzaron a fluir junto con mi estilo de vida pero más conscientes y sin gastos a lo loco.

Ahora tengo el hábito de revisar mi saldo y ya sé en qué me gasté mi dinero.

Etiquetas:
Tarjetas de débito
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