Lecciones financieras de una granja

Kerry Taylor era una típica chica citadina: sus fines de semana los pasaba en un mall, salía a cenar con sus amigos, pagaba sus cuentas y compraba su mandado de lo que necesitaba para la semana. Ella era una chica cool, adulta y realizada.

¿Qué pasó cuando un día decide ir a vivir a una granja? El aprendizaje es que generar riqueza no es simplemente administrar un presupuesto; el cambio en su estilo de vida es admirable y lo resume en estas 4 lecciones sobre dinero.

1. No colecciones cosas

Closet lleno de camisas, sacos y zapatos ¿Tienes 5 pares de jeans y sólo ocupas uno? ¿Compras gadgets novedosos a cada rato? No te has dado cuenta, pero eres un coleccionador: compras diferentes versiones de una cosa que sólo necesitas una (o ninguna).

En la ciudad, la mercadotecnia y el deseo de cumplir con una apariencia nos hacen creer que necesitamos cosas para formar nuestra esencia.

El resultado es acumular cosas que requieren espacio y mantenimiento, y esto también implica dinero. La vida en la granja puede ser dura y sólo hay espacio para lo esencial, si quieres lograr esto en tu vida citadina, te conviene leer la guía para deshacerte de lo que no necesitas, o tal vez te haga sentido alguna de las 5 razones para utilizar un uniforme personal.

 

2. No gastes tu dinero en productos de un sólo uso

Vasos, platos, tenedores y cucharas desechablesComprar productos de un sólo uso, es la compra más ridícula de todas. Artículos como los famosos desechables para fiestas, pañales, toallas femeninas, servilletas de cocina o bolsas de plástico, tienen un costo elevado en el mercado que muchos estamos dispuestos a pagar.

Por ejemplo, según el periódico El País, un bebé usa aproximadamente cinco pañales al día, con un costo alrededor de $5.00 a $6.00 pesos cada uno, eso es ¡Entre $775-$930 pesos al mes!  y de acuerdo a la CONDUSEF, para el primer año de vida del bebé se necesita aproximadamente entre $14,000-$60,871 mil pesos.

En la visión de Kerry, esto significa que estamos dispuestos a pagar por generar basura que, sea de paso, también contamina a nuestro planeta. La solución es apostar por productos que podamos usar continuamente y leer sobre los hábitos para ahorrar dinero y ayudar al planeta. Se trata de consumir menos, pero también significa comprar mejores cosas, algo que ya hemos hablado en “el ciclo de valor”.

El comprador sustentable no compra productos que se volverán basura.

3. La comida no cae del cielo

La comida que tenemos en la mesa es el producto del trabajo físico de ciertas personas y del ciclo natural de la tierra. Esta realidad parece lejana cuando los anaqueles en las tiendas están repletos de opciones y la única condición para consumirlos es si podemos comprarlos.

Casi 35% de la comida producida en México se tira a la basura, según la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura), esto equivale a 20 millones de toneladas al año.

Es muy simple: compra sólo lo necesario.

Sabemos que la comida es uno de nuestros grandes gastos y algo importante para nuestra salud, de hecho también es una forma de aprender a ahorrar, simplemente comiendo manzanas. Afortunadamente, tenemos Maíz, nuestro aliado del ahorro y aquí te damos algunas recetas de Foodie.

 

4. Cambia tu perspectiva sobre el dinero

¿Vale la pena comprar una chamarra de $1,000 dólares? Esta fue la pregunta que Kerry lanzó en sus redes sociales. Las respuestas oscilaban entre justificar la compra por la calidad, apoyar la producción local, o buscar una versión más económica de lo mismo; nadie argumentó evaluar el tiempo necesario de trabajo para comprarla. ¿Interesante, no?

El dinero es el equivalente al esfuerzo realizado durante el tiempo de trabajo.

Piénsalo así. Si ganas $12,000 pesos al mes, eso quiere decir que ganas $500 pesos por día, $62.5 por hora. Eso quiere decir que unos zapatos fregones, divinos, de $1,200 pesos, te van a costar 19.2 horas de esfuerzo y sudor, ¿lo valen?

Esta nueva perspectiva sobre el dinero te ayudará a eliminar gastos impulsivos y compras innecesarias porque, después de todo, estarás pensando si vale la pena las horas godinez que estuviste sudando.

Vivir en una granja le dio a esta locutora una mirada crítica sobre sus compras y la relación que tiene con su entorno. La ecuación es simple: menos es más. Lee más sobre cómo vivir mejor con menos.

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